“Las manos de mi madre, manos sabias que mi sudor secaros en la cuesta que me tocó subir... manos de santa.” Julio Flórez



Casa del poeta




Aquella noche recorrió su casa,
fría y llena de soledad,
lo vio sentado y enternecido,
miraba el retrato de su hermana.

Aquella mujer atrapo sus ojos,
sus versos más profundos,
hasta las ganas de vivir.

Los pulmones de ella,
llenos de muerte,
insipiente sabor,
decepción que seco
su corazón.

En los ojos de él,
tristeza y dolor,
consumación
del amor.

Olor a hojas secas,
a siglos de historia,
menudas manos que tocan
las puertas y tejidos
de fina pureza.

A-R-T.E que eleva
el espíritu,
L-A-M-P-A-R-A que
enciende la llama
de la imposibilidad,
M-I-E-D-O tatuado
en la memoria de
los poetas muertos.

Mi sangre dice
que un antepasado
te conoció,
seguramente entre
habladurías de intelectuales
se sentaron para contemplar
la luna, mientras el olor
del café calentaba sus cuerpos,
haciendo una oda
a la musa.

Dedicado a:
José Asunción Silva, amigo de mi antepasado, basado en recuerdos de un recorrido fugaz por 1800.

Autora: Nanya Pulido
Protegido bajo derechos de autor.

Mas información sobre el grupo al que perteneció mi tatarabuelo:

https://anibalvillanavarro.blogspot.com/2018/09/edicion-numero-31-girardot-septiembre-5.html?spref=fb&m=1

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